Las Naciones Unidas definen la violencia contra
la mujer como todo acto de violencia basado en el género que tiene como
resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico. Hablamos de daño
físico, más allá de los golpes y los moratones.
Según la Organización Mundial
de la Salud
(OMS), algunos de los problemas que pueden aparecer en la mujer maltratada son
cefaleas, lumbalgias, dolores abdominales, fibromialgia, trastornos
gastrointestinales y en algunos casos lesiones que pueden causar limitaciones
de la movilidad o la muerte.
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Diferentes estudios han establecido la asociación
de enfermedades neurológicas crónicas con antecedentes de maltrato en la infancia
y en el ámbito de la pareja, de tal forma que hasta un tercio de las mujeres
con estas patologías sufre también violencia doméstica.
Estudios recientes han indicado que cefaleas,
episodios de amnesia, cuadros confusionales, mareos y quejas de memoria, entre
otros, se observan con mayor frecuencia en víctimas de maltrato. Además, los
maltratos en la infancia pueden originar y agravar diversas enfermedades
neurológicas en el adulto, como trastornos cognitivos y del sueño, y se ha
encontrado también asociación con el ictus, la fibromialgia y ciertas
enfermedades autoinmunes.
Por todo ello, destacar la importancia de
considerar la violencia, tanto infantil como de género, no sólo como un gran
problema social, sino también de salud.
Rocío Gay Perez
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