miércoles, 1 de enero de 2014

LA EVOLUCION DEL FEMINISMO II



A finales de los años 60, los valores que habían sostenido las ideologías liberales en el mundo capitalista comenzaron a desintegrarse. La sociedad occidental llevó hasta el extremo la degradación social del ama de casa y la nueva libertad sexual, puesto que el cuerpo femenino se convirtió en objeto de explotación para la libertad masculina.

En 1972, la inglesa Mary Wollstonecraft redactó en pocas semanas la famosa “Vindicación de los derechos de la mujer” donde  se revindicaba el acceso a una educación semejante a la de los hombres, para que de esta manera desarrollar su propia independencia económica accediendo a actividades remuneradas. De esta manera las mujeres que habían comenzado exponiendo sus reivindicaciones en los cuadernos de quejas, acabaron afirmando orgullosamente sus derechos. Betty Friedan contribuyó a fundar la Organización Nacional para las Mujeres, una de las organizaciones feministas más importante de Estados Unidos. Las mujeres descubrieron que dentro del seno de los grupos radicales pacifistas en los que muchas participaban, pervivía la más antigua y arraigada de las opresiones: la de las propias mujeres. El Feminismo había evolucionado al Feminismo Radical, basada en vivir en un mundo de mujeres para mujeres, denigrando lo masculino.

En los años 80 conservadores (líderes ultraconservadores, agotamiento de las ideologías defendidas en el siglo XIX y el derrumbamiento de los estados socialistas), el feminismo no desapareció, pero si sufrió grandes transformaciones “Feminismo institucional”. Este tipo de feminismo reviste diferentes formas en los distintos países occidentales: desde los pactos  interclasistas de mujeres, a la formación de grupos de presión, hasta la creación de ministerios o instituciones, como es el caso en nuestro país del instituto de la mujer creado en 1983.

En definitiva, los grupos de base, el feminismo institucional y la pujanza de la teoría feminista, más la paulatina incorporación de las mujeres a puestos de poder y a tareas emblemáticamente varoniles, han ido creando un poso feminista que simbólicamente se cerro con la declaración de Atenas de 1992, donde las mujeres mostraron su claro deseo de firmar un nuevo contrato social y establecer una democracia partitaria.

El feminismo ha sido y es un ojo crítico con el que se puede mirar una sociedad, una perspectiva desde la que se ha estudiado la discriminación de las mujeres y las posibilidades —de ideas, teorías y prácticas— para superarla, sin denigrar lo masculino.

Olga García 

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