miércoles, 14 de agosto de 2013

EL NIÑO QUE DIJO PUTA

El sistema y la gente de la calle, entiende que una madre puede proteger a su hijo y no es verdad, porque la madre está en una situación de desestructuración como víctima de violencia. Hay que romper esa historia de que son víctimas indirectas. Si se concibe al niño como víctima, habrá que evaluarle y no dejarle en la sala de espera que es lo que se está haciendo. Lo que debería hacer el sistema es contabilizar cuántos niños sufren la violencia, como víctimas directas de Violencia de Género.

"Un niño de dos años llamaba a su madre puta porque creía que se llamaba así"

En los últimos años se ha realizado muchos y diversos trabajos científicos acerca de las consecuencias de la violencia de género desde el punto de vista jurídico, social, médico o psicológico sobre las mujeres. Sin embargo, apenas hay estudios que traten de los efectos que esta violencia tiene en las hijas e hijos de las mujeres víctimas, a pesar de que es unánime la opinión de los expertos de que los menores son también víctimas del maltrato a sus madres, y de que la violencia contra la mujer suele ir acompañada de violencia contra menores.

Puede observarse que gran parte de los trastornos que aparecen cuando los niños y niñas están expuestos de manera directa a la violencia tienen su origen en la incapacidad de los progenitores de satisfacer las necesidades biológicas, psicológicas y emocionales de los niños y niñas. Pedreira Massa, describió el "Círculo Interactivo de la Violencia Familiar", basándose entre otros, en los trabajos de Wolfe y de Paul Breitner. En esta teoría la mujer víctima, como consecuencia del maltrato por parte de su pareja, padece una alta tasa de estrés, lo que puede originar, por una parte un proceso vincular con su hijo donde a su vez predomina el estrés, y además padecer síntomas psicológicos y físicos y que puede llevar a una reducción en sus habilidades de manejo eficaz de los hijos. Una segunda consecuencia del maltrato en la mujer es que los hijos padecen también una situación de estrés, fundamentalmente referido a la respuesta al proceso vincular, u la establecimiento y desarrollo de las conductas de apego, incrementándose en los menores los síntomas emocionales (irritabilidad, trastornos afectivos tipo reacciones depresivas, trastornos somotaformes) y comportamentales (descargas agresivas, oposicionismo); lo que sin duda repercute negativamente en el estado emocional de ambos.

"¿Qué me convierte a mi en víctima? ¿Qué me peguen? Convierte en víctima de violencia el vivir en un ambiente de terror."

Esta situación de estrés de la mujer víctima no debe en NINGÚN CASO ser culpabilizadora para la madre, ni convertirla en blanco de las críticas. Las repercusiones psicológicas van a depender de varios factores:
  •  Las características personales de la víctima (edad, desarrollo, vulnerabilidad, si padece alguna discapacidad) 
  • Las circunstancias del maltrato (cronicidad, tipología, gravedad, severidad de este, así no es lo mismo presenciar amenazas, que un parricidio)
  • La protección que ejerza la figura materna y el entorno familiar sobre el menor.
                                                                                                                    Olga García

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