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- El sujeto tiene una idea grandiosa de su propia importancia.
- Le absorben fantasías ilimitadas de éxito y de poder.
- Se considera especial y único.
- Tiene una necesidad excesiva de ser admirado.
- Piensa que se le debe todo.
- Explota al otro en sus relaciones interpersonales.
- Carece de empatía aunque pueden ser muy brillantes socialmente.
- Puede fingir que entiende los sentimientos de los demás.
- Tiene actitudes y comportamientos arrogantes.
- Le absorben fantasías ilimitadas de éxito y de poder.
- Se considera especial y único.
- Tiene una necesidad excesiva de ser admirado.
- Piensa que se le debe todo.
- Explota al otro en sus relaciones interpersonales.
- Carece de empatía aunque pueden ser muy brillantes socialmente.
- Puede fingir que entiende los sentimientos de los demás.
- Tiene actitudes y comportamientos arrogantes.
VÍCTIMA: En muchos casos nos encontramos que las víctimas se autoseñalan
involuntaria e inconscientemente como dianas
o blancos ante los ojos del agresor, precisamente por
enfrentarse directamente al acoso. Las
víctimas son personas que ante los ojos de su verdugo se
aparecen como envidiables,
debido a sus características positivas -a menudo se trata de personas
carismáticas que tienen grandes habilidades para las relaciones sociales -,
sobre todo si son inconformistas y gracias a su inteligencia y preparación
cuestionan sistemáticamente los métodos y formulas de organización del trabajo
que les vienen impuestos. Otra de sus características es su predisposición al trabajo en equipo,
ya que no dudan un instante en colaborar con sus compañeros, facilitándoles
cuantos instrumentos y medios estén a su alcance en pro de la consecución de
los objetivos colectivos.
En algunos supuestos los agresores llegan a envidiar incluso las condiciones
favorables de carácter extralaboral
de sus víctimas como pueden ser las relativas a una vida social y familiar
satisfactorias.
Olga García